sábado, 14 de noviembre de 2015

Hoy #JesuisParís, mañana Twitter dirá





Muy buenas a todos, os saluda un día más el señor Ocioso desde mi pequeña sección de este rincón de Internet. Hoy, si me lo permitís, me gustaría dejar a un lado el tema al que hasta ahora he consagrado mis entradas, es decir, cualquier noticia digna de mención que nos llegue a la “redacción” desde el país del Sol Naciente. Querría, en cambio, que nos sentáramos todos juntos (metafóricamente) y reflexionáramos unos minutos acerca de nosotros, de las personas, y de nuestra actitud hacía ciertos temas. Si bien lo que me ha impulsado finalmente a escribir estas líneas ha venido propiciado por lo ocurrido en Francia este pasado viernes 13 de noviembre, la idea ya venía fraguándose desde hace bastante tiempo. París no ha sido sino la gota que ha colmado el vaso.

A estas alturas son pocas las personas que no disponen de, al menos, una cuenta en alguna de las redes sociales más importantes: Twitter, Facebook o Instagram, entre otras. Y son aún menos los usuarios de las mismas que no hacen uso de ellas varias veces al día. Si bien es verdad que estas redes sociales han aportado muchas cosas positivas, no es menos cierto que, con demasiada frecuencia, dejan translucir la que a mi parecer es una de nuestras facetas más repulsivas: nuestra capacidad de frivolizar sobre cualquier tema, de reducir (de manera involuntaria o no) cualquier asunto a un chiste, a algo que puede tratarse con ligereza... a una moda.

Cada cual puede expresar su solidaridad con lo ocurrido en París (que es, por otro lado, el pan de cada día en otros lugares del globo) de la manera que crea más conveniente. Es perfectamente lícito pues escribir un pequeño mensaje de apoyo en tu muro o colocarte un filtro con la bandera de Francia en tu foto del perfil. La utilidad real de tales gestos en esta u otras situaciones similares, aunque interesante y pertinente, es un asunto que dejaremos para otra ocasión. 

Es, no obstante, en ese momento cuanto entran en juego aquello que convierte estos gestos en vacíos, en frívolos: nuestra necesidad de sumarnos, de montarnos en la ola, y a ser posible cabalgando la cresta; de likes y favs, de post compartidos y RTs. Esa imperiosa necesidad de demostrar que somos los más comprometidos, los más fervorosos partidarios o activistas de la causa, sea cual sea… si algo le importa poco al ego, es el argumento que se esgrima para alimentarlo.

Con demasiada frecuencia en los últimos tiempos hemos observado como este tipo de gestos acaban desprestigiados, malogrados… banalizados. Y esta es una realidad que, por desgracia, puede aplicarse otros ámbitos. ¿Quién se acuerda del ice bucket challenge?, ¿quién recuerda cual era su propósito original?, ¿cuántos se limitaron a echarse el cubo de agua fría únicamente porque “lo habían nominado”? 

Todos nosotros contamos con una poderosa herramienta entre nuestras manos, la llevamos con nosotros a dónde quiera que vayamos. Bien empleada, esta herramienta permite obtener varios puntos de vista de un mismo tema, propagar información útil, crear conciencia…esta poderosísima herramienta se llama smartphone

Aprendamos a utilizarlo para algo más que para cosechar likes.

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