Star Trek o
Viaje a las Estrellas fue un fenómeno televisivo de
los años sesenta; uno que generó y sigue generando legiones
mastodónticas de seguidores. Amén de un chorro
de tebeos, novelas, dibujos animados, películas,
videojuegos o hasta tres nuevas series de televisión que se
emitirían desde finales de los ochenta
hasta 2005.
Dicho esto, he de admitir
que no me he visto ni un solo episodio completo de ninguna de las
series... Sin embargo, me he tragado
todos y cada uno de los doce
filmes
que hay (por el momento).
Star Trek:
La Película, nació a
finales de los setenta, solamente un poquito más tarde que el primer
largometraje de esa otra gran saga intergaláctica por excelencia (y
que no hará falta ni nombrar). Sin embargo, la obra magna de George
Lucas (tan infravalorado como sobrevalorado a un mismo tiempo) entra
de lleno en la categoría de space opera (u
'opereta espacial', si
son tan poco amigos de los anglicismos como yo). En cambio, Star
Trek sí ofrece una
historia más cercana a la ciencia ficción “pura”.
No en vano participaron en ella figuras tremendamente destacadas del
género: el cineasta Robert
Wise,
el escritor Alan
Dean
Foster,
el mismísimo Isaac
Asimov
o, por supuesto, el creador de la franquicia: Gene
Roddenberry.
De hecho, parece más hermanada con cierta odisea espacial
del gran maestro Stanley Kubrick que con el imperio de Lucas.
La
cinta peca de un ritmo pausado que la vuelve aburrida a
tramos; así como de cierto tufo a telefilme que juega en
contra de sus pretensiones y deja en entredicho el notorio
presupuesto con el que contó. Quizás fuera debido a esos
orígenes ciertamente televisivos, de los que regresa todo el
elenco habitual (maravillosamente multicultural y diverso para la
época): todos aún estaban de muy buen ver, lejos de los signos de
desgaste y envejecimiento, por otra parte lógicos, que presentarían
en futuras secuelas. Además, se suman un par de nuevos personajes.
Concretamente el tal Decker, a pesar de ser un guaperas redomado,
consigue atraer la simpatía y empatía del público, aunque sea a
costa de encontrarse puteado por todos lados. En contraposición, el
Almirante Kirk llega a caer bastante antipático, y eso que se supone
que es el buenazo de la saga.
¿Merece
la pena verse? Si sabes a lo que te vas a enfrentar, por
supuesto que sí. Presenta ideas y conceptos muy interesantes,
que a su vez derivan en reflexiones existenciales y
metafísicas a la mejor manera de la ciencia ficción más
clásica. No es que se regodee en ellas ni se trata de un film ni
mucho menos intelectual; pero seguro que es más filosofía de la que
esperaría encontrar cualquier espectador casual. Y la música
de Jerry Goldsmith (que
repetirá como compositor en algunas de las secuelas) es una
maravilla. Si no me creen, véanla. No, en serio, VÉANLA. Sólo tienen que pinchar el enlace y quitar la música del blog. (Es posible que antes del vídeo salga un anuncio pornográfico con una cuenta atrás: no se escandalicen, por favor.)
Además,
es completamente accesible a los espectadores ajenos a la serie
original (como es mi caso) y supone una buena toma de contacto
con unos personajes entrañables que nos acompañarán en nuevas
aventuras.
(Tengo que disculparme si el último párrafo me ha quedado un poco cursi. También he de pedir perdón por los subtítulos del vídeo: a pesar de todos los reajustes que he intentado, no están muy bien sincronizados. Pero eso se debe a que el programa que he usado para pegarlos es una mierrrda.)
(Tengo que disculparme si el último párrafo me ha quedado un poco cursi. También he de pedir perdón por los subtítulos del vídeo: a pesar de todos los reajustes que he intentado, no están muy bien sincronizados. Pero eso se debe a que el programa que he usado para pegarlos es una mierrrda.)
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