Star
Trek IV: Misión Salvar la Tierra
fue la
segunda película
de la saga dirigida
por Leonard Nimoy
tras Star Trek III: En Busca de Spock.
Esta vez acometió la empresa con la colaboración de Nicholas
Meyer,
quien fuera artífice de la grandiosa Star Trek II: La Ira de Khan
pero permaneciera ajeno a la III.
En
definitiva, como resultado de semejante conjunción tuvo lugar la
entrega cinematográfica más taquillera de la franquicia
antes de J. J. Abrams (vuelvo a repetir que ya llegaremos a él).
El
detonante argumental es un tanto ridículo y únicamente sirve para
mantener a lo largo de la trama un
mensaje ecologista
bastante
insistente
pero un tanto simplón e, incluso, rayano en lo pueril. Sin embargo,
eso es lo de menos: lo importante de este film es el
viaje en el tiempo
que acometen sus protagonistas, desde su futuro idílico y
tristemente irreal hasta los años ochenta en los que se rodó de
verdad la cinta.
Se
aprovechó la situación para
presentar inequívocamente al Enterprise:
no la nave espacial de nuestros protagonistas, sino el
auténtico, el real.
También es la primera vez que el doblaje castellano refleja el
fuerte acento ruso de Chekov
y, aunque sigue resultando una decisión chocante, tiene sus motivos
y subraya la
variedad de etnias, sexos y culturas tan meritoria del
elenco en aquellos tiempos de la Guerra Fría (más todavía en los
años sesenta de la serie televisiva). ¿Moraleja?: únicamente
cuando los seres humanos hayamos salvado nuestras diferencias
conquistaremos nuestro futuro y alcanzaremos las estrellas.
No
sólo es la más taquillera, sino también la
más cómica (y con diferencia).
De hecho, probablemente fuera la más taquillera precisamente por ser
la más cómica. El humor ya había estado presente en las anteriores
entregas, en distintas medidas y con mayor o menor importancia: pero
esta es
la primera vez que se convierte en
el
eje sobre el que vertebra el
resto de los elementos.
Quizás
lo único lamentable sea la cobarde vuelta a los orígenes que se
produce al final, pero su visionado sigue representando un disfrute
genuino y, nuevamente, con sólo pinchar un enlace como ESTE.
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